martes, 23 de marzo de 2010

¿CUAIMA YO?... ¡JAMÁS!

Celosa
Una idiota
Aburrida
Insegura
Manipuladora
Aguafiestas

Seguramente con este artículo me ganaré el odio de muchas pero quiero expresar mi total repudio a esa clase de mujeres que se vanaglorian de ser unas “cuaimas”, ¿cómo pueden sentirse orgullosas de hacerle la vida miserable a otro ser humano? Y peor que eso, ellas mismas dejar de tener una vida plena y satisfactoria por dedicar tooooodas sus energías a perseguir y fiscalizar a un hombre. No, no, no, definitivamente las cuaimas sólo me inspiran lástima. Me imagino la cara roja de furia de alguna de ellas leyendo estas líneas y seguramente dirá para vengarse “pero tengo un hombre a mi lado y tú no”, y a ¿qué precio?, ¿acaso vale la pena estar con alguien en quien no confías y pasarse la vida espiándolo a ver qué mentira le agarras? No, gracias…
La cuaima está convencida de que “su hombre” es un objeto de su propiedad y por eso se siente con el derecho de invadir cada resquicio de su vida privada, ¡después se queja de que él sea infiel! ¿Y quién no? ¿Quién no va a querer escapar de semejante prisión? Y aquí llegamos al llegadero… mucho peor que una cuaima es el hombre que la soporta. Debe ser mucho más idiota que ella como para tolerar sus manipulaciones y muy inmaduro para necesitar que una “mamá” lo vigile y le diga que hacer. Bueno, allá ellos…
Lo que la pobre cuaima nunca conocerá es el exquisito placer de saber que un hombre está a su lado por la única razón de “porque le da la gana”, que aunque tiene la libertad -cómo me gusta esta palabra- de estar con quien quiera “eligió” estar contigo. Si alguna vez experimentas esto amiga cuamilla vas a dejar de preguntarle “¿papi tú me quieres?” porque ya conocerás la respuesta…

jueves, 18 de marzo de 2010

HOMBRES, HOMBRES, HOMBRES…


Para nadie es un secreto que el tema favorito de las reuniones femeninas son los hombres; contarnos nuestros ires y venires, venturas y desventuras con el sexo masculino es una especie de terapia grupal que nos sirve de desahogo y disfrute. Producto de las muchas conversaciones sostenidas al respecto me animé a escribir sobre el tema en una suerte de “Carrie Bradshaw” que intenta poner en perspectiva la dinámica de las relaciones actuales entre hombres y mujeres.
Y para empezar… la pregunta de las 50 mil lochas “¿dónde están los hombres?”, hay un viejo dicho que dice que los hombres son como los teléfonos públicos: la mitad están ocupados y la otra mitad no sirve… pero, ¿qué tan cierta es ésta aseveración?, bueno en el caso de los teléfonos hace rato largo que no veo un teléfono público en funcionamiento, creo que han sido sustituidos por los “pegaitos”…¿cuál es la alternativa con los hombres entonces? Porque a pesar de que los índices demográficos digan que supuestamente en Venezuela hay casi el mismo número de hombres y mujeres, la realidad nos muestra lo contrario. Basta darse una vueltica por cualquier sitio nocturno, café, restaurant, etc. Para ver sopotocientas mujeres de todos los tipos y para todos los gustos; en contraposición a un número mucho menor de hombres, los cuales o son gay o tienen aspecto de chofer de valle frío (sin ofender a los choferes de valle frío, pero estarán de acuerdo conmigo en que el atractivo físico no será una de sus virtudes) y los poquísimos que parezcan heterosexuales y medianamente atractivos…como diría una amiga mía “¡con su chayota al lao!”
Es cuando ese mujerero comienza a darle vueltas al tema en cuestión y a preguntarse qué hacen las que tienen pareja, de donde lo sacaron, porque la gente se sigue casando –vayan a apartar una fecha en cualquier iglesia de la ciudad a ver pa’ cuando se las van a dar- pero seamos sinceras con nosotras mismas… ¿es eso lo que en verdad queremos? ¿No será más bien que el problema no es que no hay hombres, sino que no hay hombres como nosotras los queremos? Y yo me pregunto entonces y me imagino que muchos hombres se preguntarán lo mismo (al menos los inteligentes) ¿Cómo es el hombre que queremos las mujeres que estamos solas, y más aún para qué lo queremos? No necesitamos que nos pague las cuentas (en otro artículo hablaré de “las chulas” especímenes que han dañado la reputación de todas las mujeres en general), no necesitamos que nos invite a salir, salimos solas cuando nos apetece, ni siquiera para que realice las tareas propiamente masculinas como cambiarnos un caucho o reparar algo en la casa porque para eso tenemos un ex marido o un hermano o un amigo que nos colabora…uhmmm ¡nos queda el sexo! Pero no creo que queramos a un hombre sólo para satisfacer nuestras necesidades básicas – ehhh, bueno en algunos casos si-
Lo que me gustaría descubrir y para ello pido sus valiosas opiniones es ¿qué buscamos en una relación? Y si es verdad que eso que buscamos es tan difícil de conseguir en los hombres que nos rodean porque si ese es el caso habrá que replantearse la búsqueda…o seguir como el reggaetón “Soltera…por ahora”