lunes, 13 de septiembre de 2010

SI YO FUERA TÚ ME HARÍA “DELETE”


Este post le va a encantar a mis amigos hombres, porque sí…Tienen razón, las mujeres deberíamos tener un regulador de intensidad. Un control al que se le pudiera bajar volúmen cuando queremos ir más rápido de lo que deberíamos en una relación, cuando no nos contenemos y enviamos más mensajes de lo permitido o cuando empezamos a hacer exigencias sin tener derecho a ello.

¡Aja! ¡En ocasiones nos pasamos de intensas! ¿Contentos con la confesión? Pero no me van a negar que esa “intensidad” -cuando no raya en lo psicopático claro está- les alimenta el ego, es nuestra manera de demostrarles que nos gustan, que nos parecen interesantes y disfrutamos de su compañía, y muy probablemente a ustedes les ocurra lo mismo pero asumo (a regañadientes debo decir) que tenemos revoluciones distintas, que ustedes son mucho más relajados y no se complican tanto como nosotras. La verdad no me los imagino ansiosos esperando una llamada, ni cambiando los planes que ya tenían pre-establecidos sólo por salir con nosotras.

Confieso que cuando me he topado con algún “intenso” he salido despavorida y en la agenda de mi teléfono he guardado su número como “NO CONTESTAR”, así que agradezco a los que me han tenido paciencia y han tolerado mis arranques de intensidad y no me han hecho “delete”, porque al final ha valido la pena.

sábado, 4 de septiembre de 2010

¡SI NO TE CORTAIS LAS VENAS NO ME SIRVE!


Creo que no hay nada más embriagador que saberse el objeto de deseo de alguien más. El conocimiento o incluso la presunción de que despertamos sensaciones y emociones placenteras en otro ser, otorga cierta sensación de poder.

No se si porque de niña vi muchas novelas, o porque me gustan Los Panchos y La Lupe; que no importa cuán trascendente sea una relación; sea de una noche o de toda la vida, necesito creer que en ese espacio de tiempo soy única e irrepetible. Mientras a muchas mujeres las seduce un camionetón a mi me seduce sentirme absolutamente deseada y admirada, quizás sea por mi condición de actriz que necesito que me alimenten el ego, pero nada apaga más mis ganas que una actitud de “me da igual si te veo o no”. Una mirada lasciva en el momento justo, un roce como quien quiere y no quiere, son básicos para desencadenar en mí ese desborde de endorfinas que llaman enamoramiento, o como diría Sabina “lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí” y completo yo…"Para poder morir por ti".