domingo, 16 de octubre de 2011

¿SÍNDROME DE PETER PAN O ETERNA JUVENTUD?


Siempre me he caracterizado por ser jovial, el tema de la edad nunca me ha preocupado, quizás porque siempre me han calculado menos años de los que tengo; -aunque últimamente para llamar mi atención son más frecuentes los “señora” que los “chama”- en mi imaginario me sigo percibiendo como una adolescente. Reconozco que a veces me sorprendo cuando caigo en cuenta de cuántos años tengo, para bien cuando me miro al espejo y no percibo líneas de expresión en mi rostro; para mal cuando me encuentro actuando como una quinceañera y me digo a mi misma “Laura ya eres una señora grande, ya no estás para esto”. Y luego me carcajeo y pienso ¿y para qué voy a “madurar” a estas alturas? Y a mi voz interior no le queda otra que irse con el rabo entre las piernas a esconderse en lo más profundo de mi conciencia.

Cuando era más joven me aterraba la idea de hacerme vieja, perder la lozanía y la firmeza de mis carnes. Hoy me niego a envejecer por dentro más que por fuera. Así que escojo la alegría antes que las cremas anti-edad. Prefiero ser vieja verde que vieja gris. Me niego a “sentar cabeza” si eso significa dejar de cuestionarlo todo. A la Duquesa de Alba de 85 años la criticaron por bailar sevillanas en su boda con un hombre 20 años menor. Y yo me pregunto ¿cuál es el problema?, ¿es que hay una edad en la que se debe dejar de bailar, de reír, de hacer el amor?, ¿hay una edad en la que se debe dejar de vivir?

A quien le guste sentarse en una mecedora a tejer pues que lo haga, pero respeten a los que quieren chuparse la vida hasta el último sorbo, a los inconformes, a los inquietos. Los que inician una carrera nueva cuando otros se están jubilando, los que se casan cuando otros enviudan, los que no dejan de bailar, los que no dejan de soñar, los que no le temen al ridículo.

Mi corazón es atemporal, los años no me pesan para ser feliz, para reinventarme o para enamorarme siempre como la primera vez. Porque, ¿Qué es la juventud sino esa capacidad de hacer lo que nos venga en gana?

jueves, 7 de julio de 2011

DESCANSO DOMINICAL


El domingo es mi día de la semana favorito. Es cuando más me regodeo en mi soledad y disfruto de los pequeños placeres que reservo para ese día. Despertar espontáneamente, tomar un libro de mi mesa de noche y leer hasta que el sueño me venza nuevamente; puedo pasar todo el domingo sin salir de la cama, alternando entre siestas y lecturas. Otro placer dominical es leer el periódico, compro varios y me acuesto a leerlos con detenimiento. Luego me explayo en mi cama king size con Mati mi perro echado a mis pies. Mientras hago zapping me siento feliz de no tener que ver el futbol o la fórmula 1. Cuando me da hambre siempre hay una “maruchan” a la mano.
Hay otros domingos sin embargo, en los que me asalta la “saudade”, cosa que normalmente coincide con el SPM (síndrome pre-menstrual) y fantaseo con tener un novio, amante, “peor es nada”, en fin, sin importar el título que le dé, alguien a quien llevarle el desayuno a la cama, acariciarle los pies con los míos, ir al cine tomados de la mano, hablar de la inmortalidad del cangrejo y de lo que haremos dentro de 20 años y todas esas cosas que hace la gente enamorada.
Cuando tengo las lagrimitas tipo Candy Candy y me lamento por esta película francesa que es mi vida, sin un amor apasionado, sin una ilusión romántica, sin alguien que ocupe mis pensamientos, vienen a mi mente las palabras de mi abuela que me decía “hija, ¡no hay como la libertad!”, entonces me enjugo las lágrimas y pienso en cuántos desearían mi quietud dominical. Porque vivir en pareja tiene su precio, y a veces pienso que para mí es demasiado alto. Que es mucho lo que voy a sacrificar por las supuestas ganancias que obtendré.
A estas alturas de mi vida no creo en “parejas perfectas” con historias de amor de cuento de hadas tipo Carlos y Diana…Todos conocemos el final de la historia ¿no? Como dice mi queridísima amiga MB “cuando el jardín del vecino es más verde…es porque es de plástico.”

martes, 22 de febrero de 2011

YO NO SE JUGAR A LA SEDUCCIÓN


Confieso que la seducción es un arte que no domino más allá de una batida de cabello y una mirada lánguida. Ese juego de mostrar algún interés y luego hacerse la dura nunca he podido ponerlo en práctica y la verdad me fastidia bastante. Como en todos los aspectos de mi vida, en el amor también voy por la calle del medio; así que cuando un hombre me interesa se lo hago saber directamente. Lo que para muchos puede resultar un tanto agresivo y hasta apagar sus ganas por aquello del instinto masculino de cazar a su presa. La mayoría de las veces, por no decir siempre; -ahora que lo pienso creo que nunca ningún hombre me ha echado los perros- soy yo la que toma la iniciativa, para verle el aspecto positivo puedo decir que siempre he sido yo la que escoge y no espero a que me escojan a mi.
Sin ser una seductora intentaré develar los misterios de la seducción, basándome en lo que hacen las otras mujeres, porque repito nunca he podido ponerlo en práctica, me causa mucho stress jugar al gato y al ratón, porque envolver al otro se trata de eso, dar tres pasos adelante y dos para atrás. Mostrar interés, pero a la hora de la verdad ser indiferente o hacerse la santa. ¿Un ejemplo? La escena memorable de Cristal, donde Victoria Ascanio (nada menos que Lupita Ferrer) le dice a Ángel de Jesús a punto de entrar al seminario; “No puede entrar a mi cuarto Señor” (con la frágil voz de Lupita)…¡Pero deja la puerta abierta! Resultado: el futuro Cura sucumbe ante la pasión…
Para ser una seductora hay que ser muy paciente, porque hay que ir cocinando al otro a fuego lento, hacer que el deseo vaya in crescendo…Portarse “zángana” como decía mi abuela. Decir que no, cuando se quiere decir si.
Demasiado trajín para mi gusto…definitivamente yo no se jugar a la seducción.

viernes, 18 de febrero de 2011

¿CUÁL ES LA FECHA DE EXPIRACIÓN DE UNA RELACIÓN?


¿Cuál es el momento en que a una relación hay que cambiarle el punto y seguido por un punto final?, ¿Cómo saber si nos enfrentamos a una crisis pasajera o al “The End”?
Hay relaciones que duran un par de semanas y otras pueden durar toda la vida.
Para mi el ciclo de vida de una relación depende de cuán placenteros sean los momentos compartidos. Cuando se pone distancia entre los dos, cuando el tiempo de estar juntos se usa para discutir en lugar de hacer el amor, cuando se deja de admirar al otro como ser humano, cuando la lista de defectos se hace más grande que las virtudes, cuando se mira en la dirección opuesta al otro; ha llegado el momento de decir adiós. Creo que es la decisión más saludable cuando se han agotado todas las instancias, porque cuando se permanece en una relación donde el amor se acabó siempre se termina perdiéndole el respeto al otro, y cuando se irrespeta a alguien invariablemente terminamos irrespetándonos a nosotros mismos.
Las relaciones son para ser feliz, para crecer, para nutrirse, cuando no es así no tiene sentido quedarse y aferrarse a un pasado feliz del que seguro no quedan ni rastros. Porque la gente no termina las relaciones porque se niega a aceptar que la felicidad que alguna vez tuvo se acabó y no volverá más, que esa pareja de revista que alguna vez fueron ya no es, porque cambiaron, porque cada uno tomó un rumbo distinto y el encuentro ya no es posible.
Ojo, ¡que no estoy diciendo que a las primeras de cambio se pongan pies en polvorosa! lógicamente las relaciones tienen altos y bajos, no se puede vivir en un estado de éxtasis perenne, pero hay que darse cuenta cuando la crisis dejó de serlo para convertirse en un estado natural de tedio y amargura.
Como dice el gran Hector Lavoe…Todo tiene su final.

martes, 8 de febrero de 2011

BE MY VALENTINE


No me gustan las celebraciones impuestas, las únicas fechas que celebro con vehemencia son los cumpleaños porque me gusta celebrar la vida (la mía y la de los que amo) y la navidad porque soy cristiana. Pero el resto de fechas conmemorativas como día de las madres, padres y enamorados la verdad me revientan. A mis padres los quiero todo el año y les agradezco lo que han hacho por mí cuando me plazca. Lo mismo me pasa con el “día de los enamorados” que ahora se ha hecho extensivo al amor y la amistad, será por la cantidad de gente soltera que hay. Para que los que no tenemos pareja no nos sintamos miserables, nos ofrecen la posibilidad de consolarnos con los amigos.

Detesto toda la alharaca que se arma en torno a esta fecha, mi talante rebelde se niega a celebrar con flores, bombones y globos de esos que tienen un peluche adentro el mismo día que lo hacen el resto de los mortales. Yo prefiero que me sorprendan un día cualquiera con un ramo de flores (que no sean rosas rojas por favor) y cena romántica a la luz de las velas. Puedo ser tan cursi como cualquiera pero no al unísono. Be my valentine! Pero todo el año y mejor si no es el 14 de febrero.

lunes, 24 de enero de 2011

DR. JEKYLL Y MR. HYDE


Dicen los psicólogos que el mejor espejo que tenemos es la pareja, que es en la relación de pareja más que en cualquier otra donde desplegamos todas nuestras virtudes y también nuestros defectos. Pero no se por qué hay algunas relaciones que son como uno de esos espejos de circo, en lo que todo lo que se refleja se ve deformado. Relaciones que liberan nuestros demonios y cuando nos damos cuenta estamos haciendo incoherencias y terminamos sintiéndonos miserables por actuar de un modo tan irracional. No le estoy achacando al otro la responsabilidad de nuestros actos, pero si creo que algunas personas tienen la capacidad de “conectarse” sólo con nuestra sombra, con ese lado de nuestra personalidad que tanto nos esforzamos por mantener oculto (sobre todo de nosotros mismos) y nos llenamos de angustia cuando el otro nos muestra el espejo y lo que vemos es aterrador. Gente que tiene el don de sacar a la superficie lo peor de nosotros, pero con quienes extrañamente nos empeñamos en seguir, a pesar de la frustración y la rabia que experimentamos la mayor parte del tiempo que pasamos a su lado.

Están otras relaciones, las que nos llenan de paz y de alegría, en las que no sentimos la necesidad de pelear ni con el otro ni con nosotros mismos, relaciones en las que nos sentimos a gusto y felices con quienes somos, donde no nos sentimos culpables por tener un Mr. Hyde interior, todo lo contrario, somos capaces de reconciliarnos con él y amansarlo.

No soy amante de las “emociones fuertes” –al menos no concientemente- , pero confieso que un par de veces me he transfromado en Mr. Hyde y me he embarcado en relaciones tóxicas que me han dejado agotada y preguntándome “¿Qué sentido tiene estar en una relación que me hace sentir tan mal conmigo misma?” esta interrogante ha surgido mucho tiempo después claro está, después de intentar un millón de veces que las cosas funcionen, porque este tipo de relaciones son altamente adictivas, así que lo mejor es evitarlas desde el principio.

Cuando tengo el indicio de que es posible que alguien abra mi caja de Pandora particular, huyo inmediatamente. He aprendido que lo mejor es dejar dormir a mis demonios.

jueves, 6 de enero de 2011

EL SÍNDROME DE LA DIVORCIADA

Sin lugar a dudas lo más duro que me ha tocado enfrentar en mi vida ha sido divorciarme. No en vano el divorcio está entre las situaciones que provocan más stress, no es fácil pasar de “hasta que la muerte los separe” a… El limbo. En mi caso además el stress fue doble, porque no sólo me quedé sin marido sino también sin trabajo. No les cuento todo esto para que digan “ay pobrecita” sino para relatarles lo que sucede después que una sale de ese marasmo, lo que pasa cuando logras pararte de la cama donde has pasado días enrrollada pensando en un plan B que nunca te planteaste, las conclusiones que una saca después de la terapia y el prozac. Pues cuando asumes de una vez por todas que estás completamente sola inicias el viaje de regreso a ti misma, que es lo que yo llamo “el síndrome de la divorciada”.

Arreglar la fachada siempre es lo primero, al fin de cuentas estamos de vuelta al ruedo de la soltería y la pelea es dura, así que si te divorciaste seguro que te cambiaste el peinado, te pintaste el pelo, hiciste dieta, te operaste. Y una vez resueltos los cambios exteriores te das cuenta de los que operan dentro de ti. Entonces te dan ganas de hacer todo lo que habías postergado o lo que no te habías atrevido, lanzarse en paracaidas, viajar a Europa, cambiar de trabajo, aprender otro idioma o escribir un blog. Descubres en ti potencialidades que no sabías que tenías, desde aprender de mecánica hasta ser capaz de estar contigo misma y ser feliz.

No es fácil ser divorciada, parece mentira pero a estas alturas la gente todavía te juzga por no querer seguir casada y lo más asombroso es que son las mismas mujeres (las señoras de) las que te miran mal, las que dicen que “debiste haber aguantado más para mantener tu familia”,

No se si alguna vez volveré a ser la “Sra de”, no afirmo ni niego porque he aprendido que “el que escupe pa’ arriba…”, lo que si puedo decir es que por ahora soy felizmente divorciada.